No puedo estar tan solo. Hasta una llave
pertenece a la puerta que esclaviza.
Los campos son dominio del arado
Los peces son cosecha de las redes.
Todo posee un dueño al que rendirse.
Alguien en quien sentirse utilizado.
Alguien que dé sentido a aquellas horas
que aparecen al fin de la jornada.
Debe pertenecer un hombre a alguien.
A Dios... a una mujer... Esclavizarse
para sentir que un fin tienen sus pasos.
Que a uno alguien le espera en algún sitio.
José María Fonollosa
Ciudad del hombre: Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario