miércoles, 21 de enero de 2009

Bab'Aziz, el príncipe que contemplaba su alma

Según una entrevista al director Nacer Khemir, la obra responde a la necesidad de limpiar la cara del Islam, objeto de duras y distorsionadas críticas en Occidente.

Como muchos otros intelectuales árabes educados en Francia, tiene una relación amor-odio con su identidad cultural. Por un lado está muy comprometido con el canon literario árabe pero también está muy pendiente de la actualidad cultural de Occidente, lo cual se refleja en su última película Bab´Aziz que combina el deseo de mostrar su herencia religiosa a un mundo que en la actualidad se comporta cada vez de manera más hostil con ella.

Lo que hice fue intentar limpiar la cara del Islam con mi película, mostrando de forma abierta, tolerante y amistosa la cultura islámica, llena de amor y de sabiduría … un Islam diferente al de los medios de comunicación a raíz del 11 de Septiembre. El fundamentalismo, de la misma manera que el radicalismo, es una imagen distorsionada del Islam. Esta película es un modesto esfuerzo por devolver al Islam su imagen real. No había ninguna otra visión que me pareciera más urgente que esta: poner cara a cientos de millones de musulmanes que son a menudo, si no siempre, las primeras víctimas del terrorismo causado por algunos fundamentalistas.

En esta película muestra al mundo entero otro aspecto del Islam, en un momento en el que cada uno de nosotros se ahoga en su propia ignorancia sobre "el otro". Es el miedo lo que ahoga a la gente, no la realidad. La película transmite contínuamente una serie de valores universalmente deseables y necesarios para el bien de la humanidad: el amor, el respeto, la escucha, la paciencia, el camino de la fe y la sabiduría... Según Khemir, la estructura de la película ayuda al espectador a olvidar su propio ego y ponerlo a un lado para abrirse a la realidad del mundo. Copia su estructura de las "visiones" narradas por los derviches y de la estructura de sus bailes. Los personajes cambian, pero el tema es el mismo: el amor en diferentes formas.

Aunque trata la corriente mística islámica (el sufismo) transmite los principios de la cultura islámica y los que han sido también principios universales en otras culturas. El director quiere poner de manifiesto la relevancia de estos valores y que el fundamentalismo y el radicalismo no representan al Islam, de la misma forma que la inquisición no representa la fe de Jesús. El sufismo aparece opuesto a todas las formas de radicalismo.
En la historia, Bab'aziz recorre el desierto acompañado de su nieta, buscando el encuentro, o la reunión (que tiene lugar cada treinta años) con los derviches. La palabra derviche significa "sufi" en lengua persa, pero con el tiempo se utilizó para referirse a los que eligen la pobreza. Los derviches ponen el mundo a un lado y entran en una búsqueda de pobreza y amor. Una idea de lo que parece vivo en la cultura islámica árabe: esa inagotable búsqueda de lo absoluto y lo infinito.

El contexto social de la película es aislado: el desierto.
El desierto también está muy vinculado a la cultura árabe. Y en esta historia, es como el marco literario de la vida contemplativa y la abstracción. Según un proverbio árabe: "hay tierras que están llenas de agua para el bienestar del cuerpo, y tierras que están llenas de arena para el bienestar del alma." En el desierto es posible entender la dimensión del Universo porque uno se siente pequeño ante la grandeza de millones de granos de arena que forman las solitarias dunas, así como la importancia de lo más pequeño (un grano de arena).

La música de la película está muchas veces grabada en vivo, y aparece acompañada de danzas. Su director es Armand Amar, nacido en Jerusalén, de residencia marroquí. En la cultura árabe, el poema tiene su razón de ser: cantar. Las canciones y la música crean ambivalencia entre la presencia y la ausencia, lo visible y lo invisible, lo real y lo misterioso. La voz mística corre a través de las tradiciones populares y escolares de las culturas árabe, persa y turca. La música vocal a menudo está acompañada de bailes, como en las representaciones de los derviches girando, que bailan con una mano directa al cielo para así recibir la bendición divina, y la otro mano directa hacia la tierra para así transmitir esa bendición a la audiencia. Estas clases de música populares y sagradas forman una extraordinaria vitalidad y un gozo comunicativo desde Asia hasta África, desde el mundo árabe hasta el persa.

Aunque esta película está basada en las creencias más profundas del Islam o de su corriente mística, el sufismo, pone de relieve principios e ideas universales y también se pueden interpretar en cada uno de nosotros, que nos identificamos con cada uno de los personajes de la historia. Tanto Oriente como Occidente están llenos de grandes tradiciones y culturas, por tanto son todos necesarios para el enriquecimiento del mundo.

El final de la historia pone de relieve el concepto de la muerte como parte del camino de nuestras vidas, el inicio de algo desconocido que no debemos temer: "Si al bebé dentreo del útero materno se le dijera que ahí afuera hay un mundo de luz con altas montañas, grandes mares, onduladas llanuras, hermosos jardines en flor, arroyos de augas frescas y cristalinas, un cierlo cuajado de relucientes estrellas y un sol ardiente... Y tú, frente a todas estas maravillas sigues encerrado en esta oscuridad. Igual que el no nato no es consciente de estas maravillas yo no creeré nada de todo ésto. Es como nosotros cuando nos enfrentamos a la muerte. La muerte no puede ser un final porque no ha tenido principio. Celebro mi noche de bodas, la de mi matrimonio con la eternidad". Bab'Aziz se despide así de Hassan, próximo derviche, y se deduce que ha llegado a la reunión (a su reunión con Alá).

(En cursiva, palabras de Nacer Khemir en una entrevista sobre esta película).

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En algún momento me distraje, me caí del mundo, y ahora no sé por dónde se entra.

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