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“En las horas de antes del amanecer del 31 de mayo yo estaba abordo del barco Turco Mavi Marmara, parte de un convoy de navíos de ayuda humanitaria que pretende entregar asistencia a los asediados civiles de Gaza, cuando fuimos atacados en aguas internacionales por una unidad del ejército israelí. Nuestro barco fue inspeccionado por agentes en Turquía, miembros de NATO, quienes confirmaron que no había armas a bordo. Ni siquiera producidas por Israel! Lo que a bordo había eran cientos de pasajeros representantes de docenas de países que querían entregar materiales de ayuda tan necesitados para la gente de Gaza. Estos palestinos sufren bajo un cerco ilegal (primero impuesto por Israel en 2005, después duramente forzado desde 2009) el cual ha sido condenado por Amnistía Internacional como una flagrante violación a las leyes internacionales.
Los pasajeros de nuestro barco, oficiales, diplomados, profesionales de los media, y trabajadores pro-derechos humanos, veíamos esta flotilla como un acto de protesta pacifista. Un poderoso navío de Israel podría haberse aproximado fácilmente a nuestro barco y subir, durante las horas de día, y tomar otras opciones no violentas de bloquear nuestra ayuda. Pero en lugar de eso, planearon un asalto por la noche con soldados armados. Bajo ataque, hubo escaramuzas entre algunos pasajeros con los soldados que nos rodeaban usando palos de escoba y otros instrumentos que tenían a mano. Los soldados y comandos dispararon y mataron a nueve de nosotros, dañaron seriamente a docenas de los demás. Otros están todavía desaparecidos. El número de muertos aún no se ha determinado.
Temí por las vidas de mis compañeros mientras escuchaba los disparos de fuego en la cubierta, y ví los cuerpos de varios de ellos, muertos, siendo traídos hacia dentro del barco. Pensaba que los soldados dispararían al cielo o hacia las piernas, pero lo que ví fue gente que había sido disparada varias veces en el pecho y en la cabeza. Cuando pasó todo, los soldados israelíes reclutaron nuestro barco, nos raptaron ilegalmente (desde aguas internacionales), y nos condujeron hacia el puerto de Ashdod, arrestándonos a todos los que estábamos a bordo. El gobierno israelí ha confiscado todos nuestros equipos de vídeo, grabaciones, teléfonos móviles y cuadernos de notas. Detuvieron a todos los periodistas a bordo y les impidieron durante días que contaran lo que había sucedido. Los Estados Unidos, en nombre del consejo de Seguridad israelí, ha intentado bloquear total o parcialmente una investigación internacional del incidente.
Sin embargo el mundo ya ha expresado como atrocidad un hecho básico: no hay justificación alguna para lanzar tal embestida mortal de ataque armado en la oscuridad de la noche a un convoy de ayuda humanitaria.
El gobierno israelí niega que su cerco de castigo en Gaza sea fuente de penurias para los civiles allí. Mientras muchas personas trabajan en los medios para crear confusión, la verdad está clara para todo aquél que se acerque y mire lo que ocurre con cuidado: La abrumadora y aplastante conclusión de grandes autoridades en pro de los derechos humanos es que el gobierno de Israel, como no acepta la legitimidad del gobierno elegido de Hamás, está llevando a cabo una política de “castigo colectivo contra la población civil” ilegal según la ley internacional.
Con respecto a la flotilla donde yo estaba, el gobierno ha dicho que se habría permitido nuestra ayuda en Gaza por tierra si la hubiéramos intentado entregar por otros canales. Pero esos “otros canales” (restrictivos check-points que han rechazado constantemente las ayudas médicas de la Organización Mundial de la Salud y denegado el paso de ayuda alimentaria por parte de las Naciones Unidas) son la verdadera fuente de crisis humanitaria.
Los medios de comunicación de Israel mantienen que la flotilla de “Gaza libre” es una provocación. Lo era, en el sentido de los derechos civiles de protestantes sudamericanos que vieron como las respuestas de oposición de los segregados eran una provocación para los segregacionistas, o en el sentido de que cualquier protesta no violenta contra actos ilegítimos de un gobierno son por definición provocaciones. Bajo un cerco ilegal, la entrega de ayudas a los palestinos es un hecho prohibido; y el intento de nuestro convoy humanitario era violar esta injusta prohibición.
Al menos nueve de mis compañeros han sido asesinados por los militares de Israel, en un intento de desobedecer las prohibiciones y entregar ayuda. Muchos más son los palestinos que han muerto como resultado del mismo asedio. Lo ha que ha pasado en nuestro barco está ocurriendo en Gaza cada día. Y no parará, hasta que las leyes internacionales se apliquen para todos los países por igual, incluyendo al estado de Israel”.
Iara Lee
Cámara y co-fundadora de la Fundación Caipihinha de San Francisco (www.culturesofresistance.org/caipirinha-foundation).
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