La guerra es una masacre entre gente que no se conoce para provecho de gente que sí se conoce pero que no se masacra (Paul Valèry)
La pequeña Ruanda nunca duerme, y ha sido durante años escenario de sanguinarias muertes y torturas por el odio suscitado entre Hutus y Tutsis. Pero el conflicto es uno de los muchos ignorados y olvidados por el mundo.
Si buscas en los medios, te hablarán de dos etnias, y de la lucha por la ambición del poder entre ellas mismas después de la Independencia. Ningún periódico del mundo ha hecho énfasis sobre la situación durante años, y la guerra -incitada, según muchos investigadores, por el propio primer mundo-, ha sido ignorada una vez nuestros vecinos belgas y franceses han regresado sanos y salvos a casa hace cincuenta años, dejando sus excolonias en la marginación y el olvido. No encontraréis información al respecto de cómo incrementaron los blancos las diferencias entre Hutus y Tutsis, dos grupos que ahora se disputan por la tierra y el poder creando una de las crisis humanitarias más heavies de los últimos cincuenta años.
Pero en realidad no hay que hablar de dos etnias, sino de dos castas: los señores son los Tutsis y los vasallos los Hutus, campesinos conquistados por aquellos hace unos 600 años; y sobre una forma de convivencia feudalista cuya adversidad fue incrementada bajo el dominio belga.
*Cuando Bélgica llegó a la zona en nombre de la Sociedad de Naciones, se aliaron con los Tutsis, que eran lo más parecido a una aristocracia, y propusieron una política racial que tendría duras consecuencias : Les median la nariz, la altura, el largo de los huesos: los que tenían menos rasgos de negro se transformaron en Tutsis, colaboradores de los belgas. Luego de la descolonización, los belgas abandonaron África y en Ruanda el poder quedó en manos de los Hutus. En medio de una sociedad estamental y racista creada por los blancos, los Hutus buscaron venganza por los cientos de años de esclavitud. Estalló la guerra a fuerza de machetes. Ningún tutsi merecía el gasto de una bala. Miles de muertos. Miles de refugiados. Las luchas más sangrientas y las torturas en medio de un escenario de epidemias, hambre y carencia de recursos. Los cascos azules sólo llegaron para evacuar a todos los ciudadanos blancos y devolverlos a su país. Se ordenó la no intervención y se dejó a Ruanda en medio de un caos sin protección*.
Qué poco sabe el mundo de esta sangrienta batalla. Intento encontrar algo que justifique por qué no nos movilizamos o no hemos sido informados. Los muertos no son judíos, dueños de fortunas, amigos de americanos. No son occidentales-víctimas de los fundamentalistas. No son palestinos, cercanos al mediterráneo, tan árabes como el resto de los millones de árabes del mundo. Tampoco son un problema para el cambio climático ni animales en peligro de extinción. Nada en Ruanda suscita en nosotros el mínimo de interés, de compasión o de culpa. Ruanda era la nada en medio de la nada, y sigue siendo la nada para todos los medios de comunicación.
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