Manuel no había ido nunca a la escuela, le enseñó su abuela María, que venía de muy lejos para traerle libros, y aprendió también de los obreros y los soldados que dormían en su casa, huídos de los falangistas. Su padre era guardabosques. Aprendió sólo, mientras cuidaba del ganado.
Carmen fué a la escuela de la plaza de Fondon (Almería) de los seis a los doce años. (Después se puso a trabajar de sirvienta aunque siguió yendo a la escuela nocturna uno o dos cursos más). Sólo había un aula, y una profesora, de nombre María del Mar, para las treinta o cuarenta niñas de la clase. Un sólo libro de texto. Aprendieron el mapa físico y político de Europa, el abecedario, sumar, restar... Escribían con lápiz, hasta que ya sabían bien, entonces usaban el tintero. La tinta era un polvo que se tenía que mezclar con agua. La que se manchara, recibía un palo con la regleta en las manos.
No hacían música, sólo materias muy básicas y costura, pero de vez en cuando les enseñaban alguna canción "popular", como la de Isabel y Fernando:
En pie, camaradas, y siempre adelante
cantemos el himno de la juventud
el himno que canta la España gigante
que sacude el yugo de la esclavitud.
De Isabel y Fernando el espíritu impera
moriremos besando la sagrada bandera
Nuestra España gloriosa nuevamente ha de ser
la Nación poderosa que jamás dejó de vencer.
Sólo tenían un libro de texto, y estaba siempre en la mesa de la señorita, que miraba a las alumnas con atención para controlar si íban bien peinadas, mientras ellas leían en silencio.
* Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer más que interpretar mejor o peor lo que los hombres nos dan hecho*.
(Pilar Primo de Rivera)
No hay comentarios:
Publicar un comentario