Estas son Boleta y Dàlia.
Desde que Dàlia llegó, blanquita, patosa y juguetona, Boleta parecía tener más ganas de vida a pesar de su avanzada edad. Doce años. Ahora ya han pasado casi dos. No se separaron un momento, hasta el viernes 5 de febrero, fecha en la que a Boleta se le paró el corazón.
Ella era el ejemplo de que el perro es fiel, y el mejor amigo del hombre. Inseparable, inteligente y cariñosa, vivía debajo de un coche cuando la encontré, y tenía unas enormes orejas y unos enormes pies, no era de una raza auténtica, y parecía más bien una bola enorme de pelo negro. Boleta. Todo el mundo la quería. Apenas ladraba a los gatos, y saludaba a todo el mundo, hasta a los ladrones. Podría entrar en casa cualquier desconocido, ella buscaría su afecto y después se quedaría a un lado. Era tan buena que su bondad supera con creces a la de muchos seres humanos. Aún me asombro de pensar que la abandonaron. Boleta era famosa en todo el barrio. Le gustaba tumbarse boca arriba y escuchar la música del piano, a veces la encontraba pegada al otro lado de la puerta cuando yo estaba estudiando. Casi nunca nos dejó oír su voz, pero cuando lo hacía, ¡era graciosísima! su timbre ni siquiera molestaba. Una vez se subió al tejado, y después tardó horas en encontrar la manera de bajar... Si te encontraba llorando ella venía a consolarte o lloraba contigo o te reñía. No ploris. Si la llamabas siempre venía, aunque fuera para recibir una bronca. Gracias a ella no voy a tener miedo nunca de ningún perro que no haya estado manipulado degeneradamente por el hombre, es decir de casi ningún perro. Creo haber tenido la suerte de entender su naturaleza. De haberla conocido a ella tengo muy clara una cosa: el perro es el mejor animal del mundo! :)
Me alegro de haberte conocido y de que al menos podemos tener la sensación de que has tenido una vida feliz. La semana pasada eras una adorable viejecita de noventa y ocho años. Dàlia te echará de menos. También nosotros, no te olvidaremos nunca.
Hasta siempre, Boleta.
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