La galaxia de Andrómeda es una espiral enorme de estrellas. Su magnitud es 3.4 y es visible a simple vista. Se acerca a la Tierra a una velocidad de 140 kilómetros por segundo, por lo que existe la posibilidad de que dentro de unos 3.000 a 5.000 millones de años esta galaxia pueda colisionar con la nuestra, llegando a fusionarse y formar así una galaxia elíptica gigante.
En nuestro cielo de septiembre, Mercurio no es observable dada su bajísima altura sobre el horizonte, antes de la salida del Sol.
Venus, en el cielo del amanecer, alcanza cada día mayor altura sobre el horizonte, transita por Cáncer y Leo antes del inicio del alba. Su brillo es espectacular, con magnitud -4,0 convirtiéndole en el objeto más brillante del cielo nocturno a excepción de la Luna. Saturno no es visible, dado que alcanza su conjunción con el Sol el 17 de este mes. Este mes se encuentra ya en Virgo, habiendo abandonado la constelación de Leo, donde ha estado transitando durante casi 3 años...
Albireo (conocida también como la Estrella Rompiente) se encuentra en la constelación del Cisne, situándose en la cabeza de éste, además forma el asterismo de la Cruz del Norte. Ocupa, en cuanto a su brillo, el quinto lugar en dicha constelación.
A simple vista podemos decir que es una estrella simple, pero si la observamos con unos prismáticos o un telescopio observaremos que se trata de una estrella doble, formada por Albireo A, una estrella amarilla y Albireo B, una estrella azulada. El contraste de colores que ofrece esta singular pareja la convierte en uno de los objetos más bellos del firmamento.
El país.
jueves, 17 de septiembre de 2009
martes, 8 de septiembre de 2009
El Tiempo
El europeo y el africano tienen un sentido del tiempo completamente diferente; lo perciben de maneras dispares y sus actitudes también son distintas. Los europeos están convencidos de que el tiempo funciona independientemente del hombre, de que su existencia es objetiva, en cierto modo exterior, que se halla fuera de nosotros y que sus parámetros son medibles y lineales. Según Newton, el tiempo es absoluto: "Absoluto, real y matemático, el tiempo transcurre por sí mismo y, gracias a su naturaleza, transcurre uniforme; y no en función de alguna cosa exteroir". El europeo se siente como su siervo, depende de él, es su súbdito. Para existir y funcionar, tiene que observar todas sus férreas e inexorables leyes, sus encorsetados principios y reglas. Tiene que respetar plazos, fechas, días y horas. Se muueve dentro de los engranajes del tiempo; no puede existir fuera de ellos. Y ellos le imponen su rigor, sus normas y exigencias. Entre el hombre y el tiempo se produce un conflicto insalvable, conflicto que siempre acaba con la derrota del hombre: el tiempo lo aniquila.
Los hombres del lugar, los africanos, perciben el tiempo de manera bien diferente. Para ellos, el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta, elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso (por supuesto, sólo aquel que obra con el visto bueno de los antepasados y los dioses). El tiempo, incluso, es algo que el hombre puede crear, pues, por ejemplo, la existencia del tiempo se manifiesta a través de los acontecimientos, y el hecho de que un acontecimiento se produzca o no, no depende sino del hombre. Si dos ejércitos no libran batalla, ésta no habrá tenido lugar (es decir, el tiempo habrá dejado de manifestar su presencia, no habrá existido).
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en un estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre.
Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?" La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente".
“Ébano”,
de Ryszard Kapuscinski.
Los hombres del lugar, los africanos, perciben el tiempo de manera bien diferente. Para ellos, el tiempo es una categoría mucho más holgada, abierta, elástica y subjetiva. Es el hombre el que influye sobre la horma del tiempo, sobre su ritmo y su transcurso (por supuesto, sólo aquel que obra con el visto bueno de los antepasados y los dioses). El tiempo, incluso, es algo que el hombre puede crear, pues, por ejemplo, la existencia del tiempo se manifiesta a través de los acontecimientos, y el hecho de que un acontecimiento se produzca o no, no depende sino del hombre. Si dos ejércitos no libran batalla, ésta no habrá tenido lugar (es decir, el tiempo habrá dejado de manifestar su presencia, no habrá existido).
El tiempo aparece como consecuencia de nuestros actos y desaparece si lo ignoramos o dejamos de importunarlo. Es una materia que bajo nuestra influencia siempre puede resucitar, pero que se sumirá en un estado de hibernación, e incluso en la nada, si no le prestamos nuestra energía. El tiempo es una realidad pasiva y, sobre todo, dependiente del hombre.
Todo lo contrario de la manera de pensar europea.
Traducido a la práctica, eso significa que si vamos a una aldea donde por la tarde debía celebrarse una reunión y allí no hay nadie, no tiene sentido la pregunta: "¿Cuándo se celebrará la reunión?" La respuesta se conoce de antemano: "Cuando acuda la gente".
“Ébano”,
de Ryszard Kapuscinski.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
En algún momento me distraje, me caí del mundo, y ahora no sé por dónde se entra.
WELCOME
to adagio sostenuto's blogsite.
A little bit of music and other skills.
to adagio sostenuto's blogsite.
A little bit of music and other skills.