He visto muchos colores en Marruecos, verde en el norte, azul y blanco en las ciudades del atlántico, ocre a partir de Marrakech y marrón hacia el sur, el desierto de color naranja... Me arrepiento mucho de no haberlo fotografiado al amanecer, creo que solamente por eso tengo que volver ;-)
Nos bajamos del camello y subimos corriendo descalzos hacia lo alto de una duna y de repente, veías más y más dunas, subías otra y otra y nunca se acababan, hasta que veías un horizonte naranja y la nada, una ráfaga de viento corre y se lleva la arena a su paso dibujando unas finas olas entre tus pies y con el tiempo, desaparecen tus huellas. La soledad del Sáhara es lo que más me ha impresionado del viaje.
Nunca había visitado un país árabe, y la verdad, me pareció fascinante, aunque me mantengo en la opinión de que mucha gente está demasiado aferrada a su religión. Conforme te acercas a Argelia cada vez habían más mujeres con burkas...
La arquitectura de sus mezquitas y madrazas es preciosa, las especias y los mercados callejeros, la comida, los olores, la sonrisa de la gente y la humildad sobre todo, me transmitieron mucha paz.
Cuando llegamos a Erfoud, antes del desierto, cenamos en un restaurante: De todos los que, en la misma calle, nos habían suplicado sentarnos, tuvimos que elegir a uno, fuimos al que no tenía clientes. El hombre se puso la mar de contento, nos limpió la mesa, nos recomendó unos platos y se puso a cocinar con un esmero…, nos servía muy amablemente. Esa escena es imborrable... ¡pobrecitos!-pensaba. Me pareció un país pobre con un montón de recursos. Pensamos que nos trataban muy bien cuando te atienden, pero no solo porque les vas a comprar algo, también al saludar, o por la calle... Sin embargo, ¿cómo los tratamos aquí cuando ellos vienen?
Hay que viajar para darse cuenta...
2 comentarios:
Adagio...Mejor Adagietto, el de la quinta de Mahler.
y el texto de ayer???
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