viernes, 28 de agosto de 2009

Córdoba fue una vez la capital más grande del mundo




... concretamente en el siglo X, cuando había recuperado su capitalidad con el Emirato del Califato Omeya de Occidente, época de máximo apogeo y esplendor; y su mezquita, la tercera más grande del mundo árabe.

Mucho antes, Julio César, en el año 49 a. C. reunió en Corduba, que ya era caput provinciae, a los representantes de las ciudades de la Hispania Ulterior. La ciudad, considerada conventus, había cerrado sus puertas al legado pompeyano Varrón. Éste se rindió allí a César, quien pronunció un discurso de agradecimiento a sus partidarios. Es entonces cuando plantó un platanus -el mencionado por Marcial en sus poemas-, situado en los jardines del actual Alcázar de los Reyes Cristianos.

martes, 25 de agosto de 2009

Fiñana y Laujar

Dos pueblos muy bonitos de las Alpujarras de Almería se encuentran frente a frente entre la gran montaña de la Sierra Nevada andaluza: Son blancos y pequeños, cargados sin embargo de historia y tradición.

Fiñana es el mayor en número de habitantes y de terreno. En los siglos diecinueve y veinte fue famosa en los pueblos de alrededor por una gran Feria de ganado y de alimentos, y una canción de los años cincuenta la recuerda todavía:

De la feria de Fiñana
te voy a traer un mortero
que te muela bien la sal
y te salga un caldo bueno.


Ya no queda de la feria más que los recuerdos de sus habitantes, ni de los trabajos que eran propios como la artesanía de cestas y tejidos o el trabajo de pisar las uvas y labrar la tierra con el tiro de animales, aunque algunos lugareños aún fabriquen su propio vino; pero para que no lo borre el tiempo se ha creado en el centro un museo que recuerda todas estas características que fueron hasta hace pocos años tan tradicionales de Fiñana.

Históricamente fue un confín en disputa y hoy resulta una sucesión de culturas. Fiñana tiene una Fortaleza mora, una iglesia y una mezquita convertida en ermita, edificios que ponen de manifiesto la evolución de los credos, la cohabitación y superposción de moradores trascendente a la actual diversidad. Su área de influencia lo rebasa por el valle del río Nacimiento. Los restos de la alcazaba declaran su ubicación en un pasillo natural de tierra fronteriza recurrentemente disputada desde fuera, pues se encuentra entre Guadix, Baza y Almería, y desde dentro, porque acaparaba los términos actuales de Abla, Abrucena y Las Tres Villas, a pesar de haber tenido distintos concejos. Rodeada por molinos de viento, se extiende hoy con llano alto y amplio, destemplado y semiárido, entre las penibéticas, en el límite occidental de la provincia de Almería.

Fue fundada por los romanos, y su enclave sirvió para controlar el camino entre Almería, Guadix y Granada. Se integró en el Reino Nazarí de Granada pero dejó de serlo en 1489, cuando los Reyes Católicos durmieron en esta villa, pasando a formar parte de la corona de Castilla. Se dice que hay aún dos Fiñanas, la árabe con enrevesadas calles en cuesta y con abalconamientos al valle, con el aljibe y la alcazaba, en lo más alto de su superficie poblada y ofreciendo unas bonitas vistas; y la cristiana, que crece a lo largo de la calle principal, tacheada de edificios religiosos y casas andaluzas blancas. "Fiñana: Villa Hidalga y Morisca", decía el lema.




Justo al otro lado de la Sierra Nevada y frente a la sierra de Gádor, se encuentra el pequeño municipio de Laujar de Andarax, la pequeña capital de la alpujarra almeriense, lugar donde nace el río que le da el apellido a su nombre. Laujar es más pequeña y no tiene estación de tren, pero presume de tener más de veinte fuentes a lo largo de sus pequeñas calles, y de haber sido la cuna de un poeta que escribió más de cincuenta libros de poemas, Francisco Villaespesa, cuyo nombre es también el de la Biblioteca de Almería en su honor.

Como en Fiñana, también existen aquí restos que ponen de manifiesto el asentamiento de pueblos romanos y árabes. En su origen se había llamado "Araja". Andaraj el Viejo, fue el nombre que le dieron los árabes al invadir La Alpujarra. Andaraj significa en árabe, -Era de la Vida-, ya que para los árabes el paraje, lleno de montañas, sol, agua y aire puro, simbolizaba la felicidad o la Vida. "El Viejo" se lo agregaron -por los muchos años que hacía de su fundación-.

En la Edad Media, Laujar se componía de cuatro barrios: el Aujar, Alhican, Camacín y Hormica, que unía una mezquita antigua, situada en el centro, con un zoco o mercado. Es en esta época de dominio árabe cuando se construye la Alcazaba. Tras la toma de Granada, Boabdil residió en Laujar como Señor de la Alpujarra. En el año 1.500 fue protagonista de un trágico suceso: reunieron a todos los mudéjares en la mezquita del lugar y fueron quemados con ella. Transcurridos varios años de dominación cristiana, los moriscos que todavía vivían en la zona, se sublevaron contra las leyes castellanas que les impedían practicar su religión y costumbres. En la rebelión morisca, Laujar, volvió a ser corte musulmana pues Aben Humeya (Fernando de Válor, cristiano convertido al islam), cabecilla del levantamiento contra Felipe II, estableció su casa real en la localidad y allí fue asesinado por uno de sus oficiales, Aben Aboo, que le sucedió en la corona. Las constantes batallas y muertes que hubo y de los cristianos degollados en el camino permanecen simbólicamente en el lugar, como la calle de "la Rambla de los Mártires".

El último rey nazarí de Granada, Muhammad XII (”Boabdil el Chico” para los cristianos) eligió la alcazaba de Laujar de Andarax como lugar de residencia tras la entrega de Granada a los Reyes Católicos. De allí partiría hacia su exilio africano con la expulsión definitiva de los moriscos. También fue aquí donde falleció la última sultana de Granada, Moraima.

Su iglesia es hoy barroca por fuera y mudéjar por dentro y se sitúa entre medio de calles y casas, alberga pinturas flamencas en su interior. Tiene otras ermitas más pequeñas que definen la convivencia cristiana desde entonces.

Laujar llegó a alcanzar los 5.000 habitantes, pero a partir de 1950 sufrió un enorme descenso de su población. Su mayor atractivo hoy fuera de lo que es el centro del pueblo es el camino que lleva al Nacimiento del río Andarax.

Laujar y Fiñana comparten la bonita Sierra Nevada en medio, la cumbre del cerro de Almirez* y los senderos forestales de alrededor de la montaña. Las unen dos caminos, uno por el Este que pasa por el Puerto de la Ragua, el río Adra y Paterna, y otro por el Oeste, que enlaza con la carretera nueva por la que uno puede desviarse hacia bellos pueblecitos cercanos como Ohanes y Fondón.

*Ambas se pelean por el citado peñón, pero ahora están más cerca que nunca.

lunes, 24 de agosto de 2009

Alhambra








Música de fondo: Recuerdos de la Alhambra, Francisco Tárrega.

“(…) Al entrar en el Patio de los Leones uno de los días siguientes me sorprendí sobremanera viendo un moro cubierto con su turbante, pacíficamente sentado junto a la fuente. Creí al pronto ver tornada en realidad alguna de las supersticiones de aquel sitio y que algún antiguo habitante de la Alhambra habría roto el manto de los siglos, volviéndose ser visible. Pero no tardé en reconocer que era un simple mortal, un tetuaní de Berbería, que tenía una tienda en el Zacatín de Granada, donde vendía ruibarbo, quincalla y perfumes. Hablaba correctamente el español, y conversé con él, pareciéndome despejado e inteligente. Me dijo que subía la Cuesta muy a menudo en el verano para pasar una parte del día en la Alhambra, en donde recordaba los antiguos palacios de Berbería construidos y ornamentados de un modo semejante, aunque nunca con tanta magnificencia.
Mientras nos paseábamos por el Palacio, me llamó él la atención sobre algunas inscripciones arábigas, que encerraban gran belleza poética.
-¡Ah, señor! -me dijo-. Cuando los moros dominaban en Granada eran una gente más alegre que hoy. No se cuidaban más que del amor, de la música y de la poesía. Componían versos con pasmosa facilidad, y los cantaban al son de la música. Los que hacían mejores estrofas y los que tenían mejor voz podían estar seguros de obtener favor y preferencia. En aquellos tiempos, si alguno pedía pan, se le respondía que compusiese una canción, y el más pobre mendigo, si pedía limosna en verso, era recompensado a menudo con una moneda de oro.
-Y esa afición popular a la poesía -le pregunté-, ¿se ha perdido completamente entre ustedes?
-De ningún modo, señor; la gente de Berbería, aun los de las clases más bajas, componen todavía canciones bastante buenas, como en otros tiempos, pero no se recompensa hoy el talento como entonces; el rico prefiere en la actualidad el sonido del oro al de la poesía y la música (…)”.

Washington Irving,
Cuentos de la Alhambra.

En algún momento me distraje, me caí del mundo, y ahora no sé por dónde se entra.

WELCOME

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